Psicología y ciencia ¿una religión o un método?
Los psicólogos de hoy en día estamos haciendo un esfuerzo por seguir el legado de los que quisieron hacer de esta profesión una ciencia natural que dé ciertas garantías de eficacia y seguridad a las personas. Mientras que veo esto como una intención loable creo que muchos se han perdido por el camino y se han olvidado de la rama humanista de la psicología y es la de escuchar y responder a la necesidad de la persona concreta que tenemos enfrente. La sensación que tengo desde hace tiempo es que los psicólogos al creerse que tienen la evidencia detrás de sus métodos y actuaciones, asumen que saben lo que es mejor para la persona sin darse cuenta de las propias limitaciones de la investigación científica, por no hablar, de su propia perspectiva y nivel de trabajo personal. Escribo este texto a modo de declaración de intenciones sobre cómo quiero caminar en esta vida en lo que se refiere a mi profesión.
Voy a exponer una serie de premisas sobre la ciencia a partir de las cuales desarrollaré mi opinión sobre lo que implican para la psicología como disciplina y como profesión:
1. La ciencia es un método. Como con todo, somos los humanos con nuestras luces y sombras que hacemos religión del dinero, el sexo, el petróleo, la meditación o lo que sea.. El método o cosa en sí no se puede confundir con el uso que hacemos de él.
2. La ciencia por sí misma sirve para:
- Aprender de la naturaleza, tratando de encontrar leyes generales que ayuden a comprender en la mayor profundidad posible. A veces para tratar de mejorar las cosas, y que podamos convivir tantos humanos en el planeta, otras por el puro placer de conocer y apreciar la belleza y complejidad de la vida.
- Tratar de observar patrones de conducta o de la naturaleza que nos ayuden a prepararnos para cambios esperados e inesperados y reducir así el impacto o sufrimiento que puedan generar.
- Encontrar métodos, prácticas, teorías que ayuden a promover la salud, el bienestar, la convivencia, el respeto por el medio ambiente, etc.. es decir, a veces la ciencia no sólo busca evitar el dolor, o crear placer, si no también generar conciencia y promover una convivencia digna y respetuosa en el planeta.
3. La ciencia emplea como lenguaje la estadística. Dentro de la estadística paramétrica (mejor dejamos la no paramétrica para otro día) hay tres principios básicos que se han de cumplir para que los números sean fieles a la hora de representar lo observado:
- Más de 70 personas.
- Personas seleccionadas al azar (piensen detenidamente cuantos estudios han visto cuya población haya sido recopilada realmente al azar).
- Distribución normal - como una campana de gauss, que la problemática que se investiga represente una población en concreto o describa la conducta de un 90% de las personas, dejando un 5% de gente que queda por debajo y otro 5% por arriba, como casos extremos.
- Homogeneidad de la varianza. Que las diferencias entre las personas y dentro de las personas varíen de la misma manera.
Teniendo todo esto en cuenta, podrán entender que la ciencia es un método limitado por sus propios principios, y que por tanto ha de ser aplicable allí donde tiene utilidad y aplicabilidad. Incluso algunos aspectos de la estadística se están comenzando a cuestionar, pero para no extenderme demasiado les dejo la referencia al final del artículo por si fuera de su interés. En esencia, se está comenzando a cuestionar el criterio de significación estadística para saber si un resultado acepta o refuta una hipótesis. ¨Las estimaciones estadísticamente significativas están sesgadas hacia arriba en su magnitud, ..., mientras que las estimaciones estadísticamente no significativas están sesgadas hacia abajo¨. Esto quiere decir que muchas veces se considera que un resultado no muestra efectos de un tratamiento al no llegar al porcentaje del p<0.05, pero esto no quiere decir que no tenga efecto, o en un caso más relevante aún, por ejemplo, que un tratamiento médico sí puede tener efectos secundarios aunque no llegue a tener una significación superior al 0.05.
Existen otros tipos de estadística, como la estadística no paramétrica, y también la investigación cualitativa que permite centrarse en observar los aspectos más subjetivos de las experiencias de las personas, pero esta información tan rica y de utilidad parece tener menos peso en la ciencia.
Existen muchos campos dentro de la psicología en los que la aplicación del método científico ha permitido hacer grandes avances, y también ha permitido poner un poco de orden en la manera de trabajar. La ciencia ha permitido observar también la eficiencia de las técnicas en el tiempo, ayudando a orientar mejor las terapias en función de las diferentes poblaciones. Sin embargo muchos psicólogos, y creo que en parte el código deontológico de la psicología en su punto 23 lo alimenta, acaban descartando cualquier método que no esté basado en la evidencia. Lo que me preocupa en este ámbito no es que esté basado en la ciencia por supuesto, pero quizá si que se aplique como tal, que se traiga a la consulta como tal. Así mismo me preocupa que implique un descarte e incluso una ridiculización de otros aspectos de la exploración del mundo interior que puedan servir para ayudar psicológicamente a una persona.
Muchos de los tratamientos basados en la evidencia que resultan beneficiosos tienen un éxito o como se le llama en ciencia un efecto significativo (o diferencia significativa con respecto a su medida previo al tratamiento) de entre el 60 y el 80%. Esto ya es un éxito, pero yo me pregunto ¿quién estudia el perfil del 20% restante? ¿por qué estas terapias no son efectivas para esa población? Algunos científicos si se dedican a observar factores que puedan influir, como el momento de la intervención siendo demasiado tarde cuando el trastorno se ha cronificado, o la baja adherencia (cumplimiento) de la persona a las prescripciones, etc... Y ya está, hasta ahí llegan. ¿Qué alternativas se les da a una población con trastornos mentales cronificados cuya adherencia a los tratamientos es baja y que no responde a las principales líneas de tratamiento psicológico?. Me da mucha pena por ejemplo cuando oigo que las personas con adicciones severas y crónicas en los centros de desintoxicación se les llama casos perdidos.
Mi reflexión en este tema surge también de la creciente demanda por parte del público de otras terapias, que ahora se llaman alternativas, aunque son las de siempre y que son mucho más antiguas que la psicología. Debido a la gran oferta y a la confusión que genera su amplio espectro de tratamiento se le ha hecho mucho más difícil a las personas saber hasta qué punto una terapia le puede ayuda. En algunos casos la psicología basada en la evidencia les resulta fría, alejada de las experiencias de su realidad interna por tratar de imponer un protocolo que ha probado funcionar con muchas personas, y por otro se ven muchas veces en manos de personas que no tienen la adecuada formación dentro de las ramas de terapias naturales, haciendo flaco favor al posible beneficio de la aplicación de métodos y técnicas milenarias como la medicina China o de culturas antiguas como las tribus del amazonas, o del África profunda, o la antigua India.
Evidentemente empiezo a acercarme a la cuestión de la espiritualidad y su relación con la psicología, pero de momento voy a centrarme en el tema de este artículo y dejar ese tema para otro momento.
Sin ir tan lejos, recientemente se me hace cada vez más evidente la cantidad profesiones que tienen un impacto en la salud psicológica, o que incluso se ven teniendo que hacer terapia porque muchas personas no confían en los psicólogos (las causas pueden ir desde la desconfianza al gremio, la falta de recursos, la falta de atención psicológica en el servicio sanitario público, o el tabú de creer que se está loco o le van a juzgar por ir al psicólogo). Por mencionar unos pocos y clásicos, están las o los peluqueros, monitores deportivos, cuidadores de mayores, enfermeros, y también otros quizá menos reconocidos pero en los que se hace trabajo psicológico en profundidad, como es el caso de los monitores de buceo, los profesores de escalada, entre otros.
La cuestión es que no se necesitan a los psicólogos para hacer psicología. Muchos psicólogos tratan de denunciar intrusismos como si ellos fueran los únicos con derecho de proporcionar ayuda psicológica. Como si fueran los únicos salvadores del alma, de la que casi ni se atreven a hablar. La verdad que nunca entendí lo de la intrusión porque cualquier psicólogo que de verdad tenga como prioridad el bienestar del paciente se alegrará de que las personas tengan cuanto más acceso a recursos para su salud mental como sea posible. Está claro que las profesiones hoy en día tienen sus regulaciones, y que se debe poder esclarecer los ámbitos de los distintos campos de la psicología. Lamentablemente esto en parte también ha contribuido a la creciente desconfianza hacia la psicología, que junto con la insistencia en emplear protocolos y etiquetar a las personas dentro de un patrón psicológico, asusta a cualquiera que esté viviendo un momento difícil y esté buscando tan solo un poco de humanidad, y técnicas para mejorar su relación consigo mismo y con el mundo.
Me gustaría concluir este artículo con algunas preguntas que me quedan y sobre las que sigo investigando, porque no suelo aferrarme a las respuestas. Siempre estoy abierta a incorporar información nueva, readaptar mis esquemas, o destruirlos y reconstruirlos si es necesario a la vista de nueva evidencia o de experiencias personales significativas. En el campo de la psicología cabe preguntarnos, ¿hasta dónde puede llegar la ciencia? ¿deben los psicólogos buscar frenéticamente igualar su profesión a las ciencias naturales? ¿en qué campos resulta de especial importancia la aplicación del método científico para garantizar su efectividad y objetividad, y en qué campos se puede abrir la psicología a su dimensión original exploratoria del mundo interno de las personas? ¿hasta qué punto la psicología está para servir al interés del psicólogo por analizar, categorizar y entender frente la necesidad real de los pacientes?
Bibliografía de interés
Amrhein, V., Greenland, S., & McShane, B. (2019). Scientists rise up against statistical significance.
Denworth, L. (2019). El problema de la significación estadística. Investigación y ciencia, (519), 54-59.